Me miras
tus ojos me retan
y tu mirada me atrae y me embriaga.
Me sonríes
sin barreras, sin remordimientos,
con tu boca bien abierta
y tu ojos luminosos.
Me abrazas
y lo haces con fuerza,
con libertad
y tu abrazo es alegre,
joven.
Me besas
y tus labios huyen de los míos
y me buscan
y juegan con mi boca.
Me besas
con esa extraña combinación
de juego de niños
y deseos de adultos.
Me besas
y por momentos me permites besarte
y adorarte y quedarnos quietos
así, juntos, un instante.
Te miro
y me sorprendo
porque no te conocía,
ni te soñaba, ni sabía que te estaba esperando.
Pero aquí estás y resumes en ti tantas cosas
y con tantas me sorprendes,
que no hay alternativa:
solo queda el riesgo y la aventura
de lanzarme a tus labios, nuevamente.